sábado, 17 de mayo de 2025

Estadísticas Lectoras del Segundo Trimestre

 


Como su predecesor ABIES,  la plataforma Séneca puede elaborar gráficos a partir de los datos que recoge en la gestión del catálogo y del servicio del préstamo. Estas infografías resultan de una importancia capital para visualizar nuestra labor, de ahí que las analicemos tanto en el primer como en el segundo trimestre.

  Pasando al análisis de estas representaciones, el gráfico sobre los usuarios del servicio de préstamo descubrimos que la obra más solicitada es  Lazarillo de Tormes.  Nos gustaría indicar que nuestros alumnos han descubierto el encanto de este libro portentoso, pero lo cierto es que se trata de una de las lecturas obligatorias para los alumnos de Bachillerato de la asignatura de Lengua y Literatura Recordamos que la biblioteca posee varios ejemplares de estos y otros clásicos  (a veces una veintena de ejemplares) para atender la demanda de los escolares que los solicitan.


 Por tanto, si concedemos la primacía a un ejemplar cuya solicitud no esté impregnada de ataduras, nos encontramos con la exitosa novela Twisted Love de Ana Huang. El resto de puestos del escalafón lo ocupan libros de parecido talante y es que el romance o novela rosa sigue primando en los anaqueles y en las mesillas de noche, por mucho que hayan cambiado las artes de la seducción.

 El siguiente gráfico ordena por cursos a los alumnos usuarios del servicio de préstamos. Por esta representación podemos saber que el curso que reúne a más lectores es el 3.º de ESO “A”. Este grupo también consiguió esta distinción el trimestre pasado.

 Seguidamente se sitúan los alumnos de primero de Bachiller, pero en este tramo resulta imposible distinguir los préstamos que van por libre de los que se ligan a las lecturas obligatorias. En tercera posición destacan dos primeros de la ESO (El “A” y el “B”). Siempre escudriñamos la cuantía de su presencia, pues son el  índice soberano de frecuencia lectora. Evidentemente, se trata de alumnos que ya han adquirido el hábito lector antes de matricularse en nuestro instituto.  Una vez más (y todas las que sean necesarias) señalaremos que el mérito de su conversión en amigos de los libros corresponde a sus familias y a los colegios en los que estudiaron. Tanto unas como otros han enseñado que es el hábito lector y les han animado a mantenerlo. Los profesores de instituto debemos reconocer esta impresionante labor y comprometernos a mantener viva esa inquietud.

 Y llegamos a la revelación  más esperada:  establecer la distinción del lector más asiduo en cada trimestre.  En esta ocasión, la  Biblioteca Nulla Dies Sine Linea ha otorgado la distinción de lectora más asidua del segundo trimestre de este curso a la alumna María José Rodríguez Rodríguez del 3.º de ESO “A”. Como suele suceder en estos cálculos, la alumna se encuadra en el curso que lidera la estadística de los préstamos. Y es que los buenos lectores acostumbran a vincularse a grupos donde destacan otros escolares amantes de los libros. Y estos grupos cuentan con docentes que los alientan o los han alentado en un pasado cercano.

 Y es que los profesores también leemos y predicamos con el ejemplo. Como puede comprobarse en este último gráfico, hay destacados usuarios del préstamo en el claustro de nuestro Instituto. Con orgullo podemos señalar (con el respaldo de los gráficos) que el número de profesores que se sirven de nuestra biblioteca crece año tras año. Aunque nuestro principal objetivo sea la animación lectora de nuestro alumnado, no olvidemos que nuestra vocación es el servicio a toda la comunidad educativa.

En la imagen de cabecera la alumna galardonada, María José Rodríguez Rodríguez del 3.º de ESO “A”. posa con sus compañeros Antonio José Jiménez, Antonio Herrera, Steven López y Antonio Manuel Campos,  colaboradores habituales de nuestra biblioteca.



jueves, 15 de mayo de 2025

Convocatoria del Duodécimo Certamen Literario ‘Nulla Dies Sine Linea’ del IES “Luis Vélez de Guevara”

 


Publicamos la convocatoria del decano de los concursos de nuestra biblioteca, pues se remonta a su época fundacional. Su veteranía presenta tal magnitud que desafía a todo cálculo. A nosotros, desde luego, las cuentas no nos salen. Con la obligada pausa de ese fatídico 2020 y del 2023 en el que se cambió de coordinadora y suponiendo que todos los años se realizó su edición, su primera publicación debería situarse en el 2011, cuando Miriam Alcantarilla, nuestra actual directora, se ocupaba de la coordinación de la Biblioteca. Pero no hemo encontrados en este blog ninguna referencia en esas fechas. En cambio, sí hemos documentado anteriores convocatorias datadas en las coordinaciones de Isaac Páez y de Lola Roldán. La más antigua se emplaza nada menos que en el 2009, que se dice pronto.

Desde entonces nuestro certamen ha cambiado muy poco en sus normas y en sus objetivos, que buscan estimular el amor a los libros y fomentar la creación literaria y artística. A lo largo de esta imprecisa docena o quincena de años hemos podido contar año tras año con el talento y la entrega de nuestros alumnos. Esperamos en este curso revalidar ese compromiso e incorporar nuevos valores a ese impresionante legado.

Tal es el preámbulo que incluimos en todas las convocatorias. Pero lo cierto es que las modificaciones se han ido sucediendo curso tras cursos. Volvemos a uno de los tópicos de este blog: las reformas son la garantía de la continuidad.

Así, en esta ocasión hemos eliminado la categoría de microrrelato y la de cómic la hemos trasladado. En los cursos que nos depare el porvenir celebraremos un certamen propio de portada e historieta en marzo, coincidiendo con el Día del Cómic y del TBO.

Un último apunte. La convocatoria de estas pruebas estaba prevista para el mes de abril. Y llegamos a preparar las normas y hasta la cartelería. Pero comprendimos que no tenía sentido anunciar un concurso justo antes las vacaciones de la Semana Santa. Y tras estas nos sumergimos en Astigiletras. Cuando el festival de las letras ecijanas concluyó, habíamos entrado ya en el mes de mayo. Nos pareció ya tarde para preparar un certamen que exige mucho más trabajo del que se piensa y barajamos renunciar a él. Pero fueron las peticiones de los alumnos que querían participar los que nos impulsaron a convocarlo. Una vez más es el entusiasmo de nuestros escolares el viento que impulsa nuestras velas.

Reproducimos a continuación la convocatoria:

XII CERTAMEN LITERARIO DE LA BIBLIOTECA “NULLA DIES SINE LINEA" DEL I. E. S. LUIS VÉLEZ DE GUEVARA

 

1. El certamen estará dirigido a todos los alumnos matriculados en el centro.

2. Las modalidades serán las de poesía y relato.

3. El plazo de entrega finalizará el 29 de mayo de 2025.

4. Los originales se entregarán en la biblioteca del centro, por duplicado  y en sobre cerrado donde aparezca el título de la obra y los datos del autor  o autora (nombre, apellidos, curso).

5. Se otorgarán premios para los seleccionados en Secundaria, Bachillerato y Ciclos.

6. Los premios se concederán en el acto final de curso, concretamente en la entrega de premios de los distintos departamentos.

BASES ESPECÍFICAS

 

Recuerda: Los originales se entregarán en la Biblioteca del Centro, por duplicado (salvo en la modalidad de cómic) y en sobre cerrado donde aparezca el título de la obra y los datos del autor o autora (nombre, apellidos, curso).

 

POESÍA

 

1. Se tratará de un único poema, de temática y técnica libre, con un máximo de treinta versos.

2.  El tamaño de letra será 12 y el interlineado a doble espacio (letra Times New Roman o similar)

RELATO

 

1. Se tratará de una narración que comprenda entre 3 y 6 folios, de temática libre.

2. El tamaño de letra será 12 y el interlineado a doble espacio (letra Times New Roman o similar)

A estas bases deben añadirse las siguientes precisiones:

- Las modalidades pueden quedarse desiertas si ningún original de los recibidos presenta calidad suficiente.

- El Jurado puede otorgar en cada una de las modalidades la categoría de “primer premio” y “finalista” si se reciben dos originales de gran valía. En este caso cada uno de los alumnos recibirían su premio correspondiente.

- No se permite el uso parcial o total de la llamada inteligencia artificial. El recurso a esta tecnología supone la descalificación inmediata.

Sólo nos queda animar a los profesores y a los padres. Que nos ayuden a dar difusión a este certamen y que convenzan a los escolares para que participen. En muchas ocasiones la timidez y la indecisión tan habituales en la adolescencia impiden la demostración del talento.






sábado, 26 de abril de 2025

El Día de los Libros Olvidados

 


Dedicamos a la promoción de la lectura un día, una semana de fastos, a veces hasta un mes. Por tanto, las terribles simetrías exigen una efeméride que evoque los libros que nadie lee, los ejemplares descatalogados, las librerías que se vieron obligadas a cerrar, las bibliotecas abandonadas…

Reservamos para esta callada conmemoración este final de abril en que el cesan las actividades de animación a la lectura y los volúmenes vuelven a la tranquilidad de sus estantes. Como buena fiesta secreta pasa sin pena ni gloria y un día vale tanto como su víspera o su octava. Dicho esto, el 26 de abril, festividad de San Isidoro, nos parece un aniversario especialmente propicio. No olvidemos que el arzobispo hispalense promocionando el saber aprovechó su éxito para condenar centenares de libros a la irrelevancia, cuando no al intencionado olvido.

Como en otras ocasiones reflexionaremos sobre una instantánea de una biblioteca abandonada, una vanitas. Este año nuestras inquisiciones y nuestras fábulas giran en torno a un desolado interior que el diseñador francés Francis Melet comparte con nosotros en Flickr. Su título (Baby I Think Of You) es toda una declaración de intenciones.

Y esta es la historia de esta biblioteca y de su propietaria, Lady Eileen Brent, décima marquesa de Caterham. Este linaje está doblemente maldito por los crímenes cometidos en sus mansiones y por transmitirse solo por línea femenina.

Como no ignorarán los lectores de kioscos y de libros de saldo, Lady Eileen Brent, conocida por su familia y amigos como Bundle, participó en varias reuniones diplomáticas informales y a la vez de alto nivel celebrada en la mansión de su linaje, Chimneys, al estilo de las de Lord Darlington y las del séptimo marqués de Londonderry. Apaciguó el tedio que estas recepciones provocaban participando en las intrigas nocturnas que complementaban a estos encuentros. Incluso llegó a formar parte de una sociedad secreta concebida para la lucha contra la delincuencia.

Pero en aquel entonces las mujeres habían nacido para ser casadas y si eras primogénita de un aristócrata pues más todavía. Estamos en 1929 y las inglesas pueden ya votar y ser votadas, pero la nobleza exige sacrificios. La madre de Lady Eileen prefirió entregarse a los brazos de Tánatos tras pasar por tres partos sin heredero varón. Como de otras tantas féminas ilustres, se conserva el relato de su gesta, pero se ha olvidado la memoria de su nombre.

Pero volvamos a las vicisitudes de Bundle Brent. Rechazó la oferta matrimonial del honorable George Lomax, subsecretario de Estado permanente de Asuntos Exteriores de Su Majestad, para aceptar la de su subalterno Bill Eversleigh. Lord Caterham lo aceptó (con agrado) como su yerno y Lomax no le guardó rencor. Ya como míster William Eversleigh, fue ascendiendo por el entramado del Foreign Office y llegó a formar parte de la comitiva inglesa que viajó a Múnich en 1938. Y es que nada mejor que ser una medianía para destacar en esa cuadrilla desnortada y complaciente que era la diplomacia británica de entreguerras.

El casado casa quiere y los nuevos esposos rehusaron residir en Chimneys, suponemos que en tanto en cuanto viviera Lord Caterham. En la parte que aquel dilatado, casi infinito, predio lindaba con el villorrio de Hayfield construyeron una tiranía de óculos y líneas rectas (imperaba entonces el art-decó) que rebasaba la categoría de hotelito y que no llegaba a la de palacete. Sobre plano, Lady Eileen, ahora misstress Eversleigh, reservó una de las habitaciones como su biblioteca.

De nuevo, una denominación viene larga a lo denominado. Aquella estancia servía como retiro de la dueña de la casa, sala para recibir a las visitas deseadas y dormitorio de las fugaces siestas de la aristócrata. Las estanterías y sus contenidos eran mero telón de fondo.

 Lady Eileen se tomó su tiempo para el diseño de la chimenea y se tomó más tiempo para escoger el juego de sofás y su tapizado y la mesita adjunta. Para los anaqueles obró con más calma y se fueron poblando al ritmo de  sus propias lecturas, o sea un libro o dos por mes.

 Lady Eileen, Bundle para sus íntimos no era una gran lectora y no necesitaba aparentar que lo era. Los castos romances narrados por Edith Maud Hull, Mary Westmalcot y los atrevidos de Salome Otterbourne desfilaban sin rubor en sus estanterías. Sin recato se exhibían tomos y tomos que encuadernaban los números, del Country Life, Needlewoman y la edición británica del Vogue. Vistosos manuales de cocina para mujeres que no sabrían encender un fogón, repertorios decorativos para aquellas que disponen de una legión de criadas, compendios de jardinería y arreglos florales dignos de Versalles y prontuarios de maternidad y crianza para las que no ven el momento de mandar los retoños a Eton o a Meadowbank completan el donoso escrutinio.

Un punto a favor de Bundle Brent estribó en que completó su biblioteca con un gasto ridículo, indigno de una gran casa. Otro que permitió a la servidumbre (femenina) consultar los anaqueles, siempre y cuando fuera en sus ratos libres, hasta ahí podíamos llegar. Aquella mansión sin nombre -La casa nueva de Mister Everleigh, La villa de la hija del marqués, La Casa del Ensanche- contribuyó de forma decisiva a la alfabetización de la zona.

Esa fue una de las consecuencias inesperadas de aquel aluvión de libros. Otra que una de sus doncellas leyó con aprovechamiento esta colección de vaguedades (o voguedades), abandonó el servicio doméstico y acabó como modelo de Balenciaga. No diremos cuál, pues al igual que se reinventó como persona, reinventó también su pasado.

Distinto fue la tercera consecuencia: el caso de otra criada intoxicada de tanta novela rosa y que confundió realidad y relato y, consecuentemente, pasó por la infamia y el oprobio de dar a luz un hijo sin padre en los años cincuenta. Los Caterham se comportaron honorablemente y pagaron un pasaje a Australia a la desventurada y entregaron el neonato a unos arrendatarios.

Un crimen sucedió en aquella mansión sin nombre, pero no parecía tener relación ni con Bundle ni con su biblioteca. Simplemente que la vida de Lady Eileen venía acompañada tarde o temprano del asesinato de alguno de sus huéspedes. Estos aceptaban el reto con deportividad y diplomacia. Los pueblerinos y el servicio pasaron a conocer la residencia como la Casa del Ahorcado y así quedó la cosa.

En el año de la conferencia de Bandung, Lady Eileen, convertida ya en décima marquesa de Caterham, murió en su Jaguar tras chocar frontalmente con la furgoneta de una lechería en un día de mercado. Nadie se extrañó, pues, viendo la forma de conducir de la aristócrata, llevaban treinta años vaticinando este desastre. Tampoco nadie pronunció el socorrido “pasó a mejor vida”, pues Bundle se había pasado toda su existencia ejerciendo su santa voluntad.

Sus hijas, pues los Caterham se habían resignado ya a transmitirse por la vía materna, heredaron su título y sus bienes. Respetaron la biblioteca, que era ya un fresco de la Inglaterra pasada, por respeto a la difunta y también en recompensa por la lectura culpable en su adolescencia de obras que no eran recomendable para su edad y condición.

Progresivamente fueron cayendo en el olvido aquel Country Life en el que se describía la nueva mansión erigida por sus padres, aquella otra revista en la que aparecía la puesta de largo de Lady Eyleen o el anuncio de su boda en el Times correspondiente. Libros y tomos de periódicos y magacines encuadernadas amarillearon en un otoño sin fin. Las débiles encuadernaciones de tantos romances, literatura en fin de papel del malo, se vinieron abajo sin que nadie las tocara.

Llegó el momento en que los nietos y las nietas de Lady Eileen realizaron el expolio de la biblioteca. Aquel impresionante muestrario de la vida cotidiana de los años treinta, aquel detallado imperio de lo efímero, aquella penetrante radiografía de los gustos de la sociedad de entreguerras, aquella magna exposición de las publicaciones pasajeras, pero paradójicamente conservadas no suscitó el menor asombro, mucho menos el entusiasmo.

Si Bundle Brent había poblado los anaqueles por muy poco dinero, la venta de su feria de las vanidades iba a reportar mucho menos dinero todavía. Un nieto avispado calculó que si se vendiera el conjunto de libros al peso a los traperos tendrían que completar los herederos con su propio peculio la transacción. Y es que una primera edición de Georgette Heyer en 1980 valía menos que una reedición de esa misma obra en ese  mismo año. Una nieta imaginativa sugirió que Britannia and Eve y otras publicaciones albergaban hermosas láminas y que podrían seleccionarlas y venderlas para enmarcarlas. El nieto avispado reconoció que la ilustración vintage se había vuelto a poner de moda, pero que el público prefería reproducciones a todo color a originales desvaídos y mohosos.

Se comprende que todas los fondos de la biblioteca de la marquesa habrían acabado en la chimenea del mismo cuarto, pero ese final hubiera exigido trabajar a lo largo de cinco días al ritmo de los fogoneros del Titanic. Además, la chimenea, chef d’euvre del art-decó, había sido adquirida por el Museo Dupayne. Mientras se decidía el final de los volúmenes, unos operarios de la localidad se apresuraron a desmontar aquella mole de mármol belga. 

Uno de ellos se distrajo dos o tres veces ante la vista de tanto libros desvaído y de tanta revista decrépita. Sus compañeros lo notaron y advirtieron, una vez más, entre risas, que era un tipo raro, que no era como ellos. Una noche, a la luz de una linterna eléctrica, ese tipo raro revisó uno a uno los volúmenes. Amanecía cuando abandonó la mansión por la misma ventana trasera por la que había entrado y que nadie se había molestado en cerrar.  Le acompañaban un ejemplar de la editio prínceps del Gran Gatsby, otra editio princeps de Rebecca dedicado, además, por la propia Daphne du Maurier a lady Eileen y una versión de El Amante de Lady Chatterley, una impresión clandestina realizada en la propia Inglaterra complete, uncesored y unabridged y que había escapado al control de las autoridades y de los bibliófilos.

El operario, el tipo raro, el huérfano, no era un ladrón ni tampoco un héroe que salvase a los libros de la ecpírosis. Era un Caterham, a fin de cuentas, que reclamaba parte de su legítima herencia. La maldición del linaje, parece que no afectaba a la descendencia natural.

Un último espejismo. Si nuestro relato es un refrito de tres o cuatros relatos, la imagen también amalgama  a capricho la obra de otros, pues nos encontramos ante uno de los artificios de la inteligencia artificial. Todo es ya retoque,  fingimiento,  engaño. Estudiados simulacros sobre los que cae, inexorablemente, el telón.


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Procedencia de la imagen original:

https://www.flickr.com/photos/urbexetorbi/54434315944/in/faves-8449304@N04/

viernes, 25 de abril de 2025

Novedades de nuestra biblioteca: «El Testigo Mudo» de Agatha Christie

 


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Autora: Agatha Christie
Título: El Testigo Mudo (Dumb Witness)
Novela, misterio, ficción criminal
Editorial: Espasa
320 páginas

La señorita Arundell, una anciana acaudalada, vive sola con la única compañía de su fiel amigo, su perro Bob. Un día sufre lo que parece ser un desgraciado accidente al caer por las escaleras tras tropezar con la pelotita de goma de su perro y, aunque sus sobrinos lo achacan a la mala suerte, la anciana está convencida de que alguien ha intentado matarla. Decide por ello escribir una carta a Hércules Poirot para que la ayude a descubrir si sus sospechas son ciertas, pero, sin aparente explicación, la carta llega días más tarde y, para cuando lo hace, la anciana ha fallecido. Poirot decide entonces investigar qué sucedió para que la carta no llegase a su debido tiempo y, lo más importante, si la señorita Arundell estaba en lo cierto y alguien no cesó en su empeño hasta conseguir acabar con su vida.

Tal es la sinopsis de El Testigo Mudo, uno de los casos criminales resueltos por Hércules Poirot y narrado por el capitán Hasting. Publicado en 1937 todavía aparece la Inglaterra de toda la vida con adineradas solteronas (en este caso adineradísima) con doncella, camarera y hasta con dama de compañía (la acotación de “vivir sola” resulta muy relativa). Entre sus herederos se encuentra el señorito pollo pera y la señorita despreocupada, ambos sin más ocupación que dilapidar las herencias que reciben o esperan recibir. La acción se sitúa en el pueblo arquetípico, Market Basing en el que no falta la vecina cotilla y entrometida y la iglesia gótico-victoriana con cementerio adjunto. Completa el retrato de la Inglaterra tradicional los considerables prejuicios hacia los extranjeros (en este caso los griegos y los turcos). 

Agatha Christie siempre retrató de modo fiel la vida cotidiana de sus compatriotas, ya fuese los despreocupados veinte o los atribulados cincuenta. Aquí, sin embargo, pinta una Inglaterra plácida, un mundo rural inmutable al que parece no ha llegado la agitación de ese terrible 1937. Como en otras tantas obras literarias, pictóricas y cinematográficas de los años treinta se prefirió ofrecer un panorama idílico y que distrajera a los consumidores de los problemas que consumían su realidad.

Como otras tantas novelas de la reina del misterio, El Testigo Mudo se basa en un relato corto suyo que posteriormente alargó. Recordemos que esta autora escribió muchas obras de corta extensión para revistas, sobre todo en su primera etapa. Posteriormente, cuando ya era una escritora reconocida, estos cuentos se editaron agrupados en diversos volúmenes y, en bastantes ocasiones, Christie los recicló ya como novelas. En este caso, este primer relato quedó inédito y no ha sido descubierto hasta muchos años más tarde.

El Testigo Mudo no ha alcanzado la celebridad de otras obras de esta autora. El primer crimen, o, mejor dicho, el intento, ha sido considerado como poco creíble. Efectivamente, resulta difícil de aceptar que alguien en plena noche en una casa repleta de gente coloque con impunidad un clavo con un martillo y además lo barnice. Si, además, la dama de compañía de la señora logra atisbar el reflejo del asesino (o asesina) en un espejo mientras se encontraba enfrascado (o enfrascada) en la tarea, habrá que convenir que son muchas inverosimilitudes juntas.

  Por lo demás, resulta una novela de agradable lectura, con una trama sencilla y con cierto tono humorístico. La ironía nunca falta en ninguna obra de esta autora, pero en este relato chispea en cada capítulo. Christie aguza su pluma en la descripción de las señoritas Tripp: vegetarianas, teosofistas, israelitas británicas, adeptas a las ciencias cristianas, espiritistas, entusiastas aficionadas a las fotografía y… solteronas sin remedio.

En El Testigo Mudo Poirot se ocupa de un crimen (y de un intento previo) sucedido hace un mes. Salvo el detalle del clavo, toda su investigación se basa en sus conversaciones con unos y con otros y las inevitables contradicciones. Esta forma de investigación a posteriori caracterizará a muchos de sus casos publicados en fecha más tardía. En algunas obras como Cinco Cerditos o Los Elefantes Pueden Recordar se trata ya de un plazo que supera el decenio.

El detective belga soluciona el caso… a su manera. Aunque prueba el asesinato de la señora Arundell por envenenamiento, no se molesta en exigir la autopsia no en cambiar el certificado de muerte por causas naturales. Como en otros crímenes anteriores (El asesinato de Roger Ackroyd o Peligro Inminente). Poirot ahorra a la persona culpable el oprobio de la acción de la justicia a cambio de su suicidio. No en vano, en esta novela Poirot hace un recuento de todos los individuos a los que ha mandado a la horca.

Como en todos los libros de Agatha Christie una de la tramas es una historia de amor y que acaba en boda, además. Se trata de la relación entre Theresa Arundell y Rex Donaldson. Se trataba de un enamoramiento a la antigua, en el sentido de que sin dinero no hay casamiento. Tras un reparto más equitativo de los bienes de la difunta Emily Arundell, los novios pasan por la vicaría. Recordemos que la autora escribió una serie de novelas rosas bajo el seudónimo de Mary Westmascott. Y es que en el universo creativo de esta autora tanto monta el romanticismo como la premeditación y la alevosía.

Para terminar la reseña, agradecemos a Espasa / Planeta que reedite las obras de la Reina del Misterio. Este libro se publicó en el año 2024 y va ya por la segunda edición. Y es que nunca faltarán (faltaremos) los lectores de los casos de Monseiur Poirot o Miss Marple.

Lástima grande es que no se haya aprovechado la ocasión para traducir de nuevo estas obras. Pues nos encontramos con que las añosas versiones de la editorial Molino son reaprovechadas en esta nueva edición. Se trata de traducciones descuidadas, realizadas a toda prisa, con multitud de erratas, que omiten algunos pasajes y cuyo vocabulario (“Melindroso”, “Badulaque”) ha envejecido terriblemente.

Se da la circunstancia de que Barcelona, la capital editorial del franquismo, era la cuna y el lugar de trabajo  y residencia de estos mal pagados traductores, por lo que a las tachas antes enunciadas hay que añadir una sintaxis irregular propia de catalanoparlantes que tienen el castellano como segunda lengua. Por ello, y dado que las editoriales hispanas sigue sin encargar traducciones como Dios Manda, estas obras no son en absoluto recomendables para niños o jóvenes a los que se desea iniciar en el placer de la lectura. En este paquete incluimos las aventuras de los Cinco, Guillermo el Travieso y otras tantas sagas echadas a perder por las versiones de la Editorial Juventud.


jueves, 24 de abril de 2025

El Día del Libro

 


Un año más hemos vuelto a celebrar en el IES “Luis Vélez de Guevara” la fiesta grande de nuestra biblioteca con la actividad de la hora de lectura simultánea. Los alumnos y profesores han traído su libro preceptivo y a tercera hora y de forma sincronizada, se han entregado a su disfrute.



 La conmemoración del Día del Libro con la hora de la lectura simultanea se remonta a la etapa fundacional de Doña Lola Roldán. Míriam y Feli continuaron con esta actividad y le otorgaron el rango de la estricta observancia. Ángela se ha encontrado con una tradición que es ya un signo de identidad del Centro, que es ya un tesoro. Sobra señalar (pero lo recalcaremos) que, en esta nueva etapa de la biblioteca, la conmemoración ha seguido tal cual, sin cambiar un ápice.


Las tradiciones son fuegos sagrados que guían e iluminan, pero que también exigen un mantenimiento constante. La fiesta del Día del Libro no se prepara de un día para otro. Como señaló, hace justo un año, nuestro compañero Manuel Gómez de Valle en una repuesta memorable: “Una clase no se improvisa”. Se refería a que, si los alumnos venían preparados para pasar la hora concentrados en la lectura, no se podía cegar la actividad y pasar a impartir una lección como si tal cosa.


El principal obstáculo de esta actividad es la oscilación de la Pascua. Si se vuelve de las vacaciones de Semana Santa el día 21, queda muy poco tiempo para anunciarla. En este curso, sus preparativos los adelantamos y se pensó  retrasar su realización hasta el viernes, día 25. Pero decidimos al final conmemorarla en el mismo día 23 para aprovechar toda la publicidad que rodea a la jornada. Con estas premuras no es de extrañar que algunos profesores no la tuvieran en cuenta y que muchos alumnos hayan venido sin el libro preceptivo, Por ello, ha quedado menos lucida que en otras ocasiones.

Aun así, las cifras de esta jornada siguen impresionando. En esta actividad han participado  todos los cursos de la ESO, la mayor parte de las aulas de Bachiller y Ciclos Formativos y, naturalmente, el Aula Específica. En algunos casos  no se ha podido realizar en ese momento pues estaba programado un examen o el curso participaba en una actividad extraescolar (este año ha sido el Día del Plogging). Estas omisiones se compensan con ese profesorado entregado que ha adelantado la celebración, la ha pospuesto o le ha dedicado tiempo aparte de la hora preceptiva.

Desde aquí agradecemos la colaboración de todos los docentes que han puesto la tercera hora de este martes a nuestra disposición (u otra franja horaria) y también el auxilio de tantos padres que se han preocupado por que su hijo viniera esa jornada al instituto con el libro reglamentario.

En este años hemo vuelto a observar  en esa masa de ejemplares, en esa biblioteca efímera y ambulante numerosa literatura moderna y juvenil y bastante cómic. El número de alumnos lectores es más grande de lo que se cree, pues no tenemos más forma de estimarlo que los que acuden a la biblioteca y, evidentemente, muchos de ellos no recurren a sus servicios.

El año que viene se cumplirá un siglo desde que Vicente Clavel se propuso reconocer el valor de los libros dedicándole una fecha en el calendario. Hoy por hoy, podemos decir que la estima por los libros goza de buena salud y presenta unas buenas perspectivas de futuro.

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 El reportaje de la celebración del Día del Libro en el Facebook de nuestro instituto:

https://www.facebook.com/search/top?q=ies%20luis%20v%C3%A9lez%20de%20guevara




miércoles, 23 de abril de 2025

Novedades de nuestra biblioteca: «El Lirio Blanco». Una aventura de Astérix con guion de Fabcaro y dibujo de Didier Conrad

 


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Autores: Fabcaro (Guión) y Didier Conrad (Dibujo).
Título: El Lirio Blanco (L’Iris Blanc)
Historieta
Editorial: Salvat
48 páginas

El Lirio Blanco (en francés, L’Iris Blanc) es el álbum n.º 40 de la serie Astérix el Galo. Es el sexto álbum de Astérix en que no participan ninguno de sus creadores originales; en su lugar Fabcaro se encarga del guion y Didier Conrad del dibujo. Esta obra vio la luz en el año 2023.

«El Lirio Blanco» es el nombre de una nueva corriente de pensamiento positivo procedente de Roma que comienza a extenderse por las principales ciudades del Imperio, desde la capital hasta Lutecia. César decide que ese método puede tener un efecto benéfico en los campamentos romanos que rodean la famosa aldea gala, pero los preceptos de esa escuela llegan también a los lugareños que se cruzan en su camino…

En esta aventura se nos presenta a un nuevo personaje, Tulio Viciovirtus, médico jefe del ejército romano que recuerda mucho a los actuales gurús de la autoayuda. Evidentemente, el cómic pretende hacer una crítica a la proliferación de este tipo de corrientes que, en forma de libros, seminarios o mensajes en redes sociales, inundan cada vez más el día a día de las personas.


Merece la pena destacar la labor del dibujante, Didier Conrad, que ha realizado una excelente imitación del estilo del fallecido Uderzo, hasta el punto de ser indistinguible uno del otro. Esta mímesis no supone acartonamiento. Conrad sabe organizar las escenas u otorgar dinamismo a los personajes con sobrada eficacia. También merece elogio el trabajo del colorista, Thyerri Mébarki. Ha conseguido el difícil equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo, entre la policromía tradicional de los álbumes considerados como “canónicos” y atrevimientos como el de las viñetas del concierto a la luz de las antorchas. Conrad y Mébarki llevan con esta obra, seis Aventuras de Astérix en colaboración y, obviamente, conocen bien su tarea y han aprendido a trabajar de forma conjunta.


Fabcaro (Fabrice Caro), en cambio, se incorpora al equipo. Según los críticos, el guionista de los cinco álbumes precedentes, Jean-Yves Ferri, habría sido reemplazado tras las malas críticas y peores ventas de la que fue su postrera obra Astérix tras las huellas del grifo.

Al aceptar guionizar a Astérix, Fabcaro cumplía el sueño de su infancia, pero se enfrentaba a retos muy difíciles de superar. El principal colocarse a la altura del ya mítico Goscinny. El segundo confeccionar un álbum que manifestase continuidad con la serie, pero que a la vez incorporara novedad y frescura a esta franquicia.

Las valoraciones sobre estos logros han sido muy diversas. No puede negarse que Fabcaro se ha tomado su trabajo en serio y que procura enlazar su producción con aventuras anteriores, especialmente con los Laureles del César, hace desfilar a los personajes secundarios, introduce los juegos de palabras y juega también con los nombres a la antigua. Goscinny puede sentirse orgulloso de su sucesor.

El mayor reparo es que parece haber heredado de Goscinny y de Uderzo la defensa a ultranza de los valores considerados como tradicionales. Los creadores de la serie eran hijos de su tiempo y resulta lógico que en algunos aspectos hayan envejecido mal. No tiene justificación, en cambio, las perspectivas de Fabcaro.

Que el mindfulnnes y el coaching son dignos de crítica, es una afirmación que no admite duda. Incluso que resultan ridículos y risibles. Pero no puede asumirse que el guionista meta en la misma olla a las dietas, el teatro moderno o el arte contemporáneo. Tampoco Fabcaro se preocupa por demostrar la superioridad de lo tradicional. Una vez más se recurre al legitimismo: lo tradicional es lo bueno por qué es lo que se ha hecho siempre.


Se plantea como novedad, casi como una revolución, la crisis matrimonial de Karabella y Abraracúrcix, pero este matrimonio siempre ha estado a la gresca. La solución del conflicto se encuentra muy lejos de los valores de la sociedad actual. Una vez más, la esposa perdona al esposo y se inicia una segunda luna de miel, no un reparto de las tareas domésticas o una recalificación del puesto de cada cónyuge. Esta solución se remonta a Penélope, puede que incluso a alguna desventurada anterior, pero en estos tiempos ya no convence a nadie.

En la mañana de su abandono del hogar conyugal, Karabella deja escrita una nota. Su marido lo advierte, pero cree que lo que está redactando es la lista de la compra. Es una anécdota que mientras más se cuenta menos divertida parece. Cuando contemplemos el patetismo que encierra, caeremos en la cuenta de cuán grande es la ceguera de algunos.



jueves, 10 de abril de 2025

Rincón Cofrade

 


  En este curso hemos retomado la práctica de dedicar un ángulo de nuestra biblioteca a la Semana Santa. Y ha vuelto porque nos lo han solicitado esos alumnos nuestros que pasan todo el año esperando la salida del templo de los titulares de su hermandad.





Cumplir ese deseo no ha sido tarea sencilla, pero contando con su entrega absoluta se han allanado muchas dificultades. Con su ayuda, primero hemos buscado en los trasteros esa maleta digna del equipaje de la Piquer donde guardamos las telas, empresa en la que se nos ha ido un recreo. En el siguiente, la abrimos y buscamos con todo cuidado unas velas y unas faldas (o enagüillas) que no habían visto la luz desde 2018… En otros muchos recreos y en horas que hemos sustraído a la catalogación y la renovación del préstamo, hemos ido seleccionando los libros consagrados a la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y a los Dolores de su Madre Santísima, volúmenes, que, por cierto, son los más imponentes de nuestra biblioteca. Una mano bienhechora, pero desconocida, ha puesto ese imponente telón rojo.





Finalmente hemos procedido al montaje de esa especie de altar o catafalco dedicado a la Semana Santa con los libros que la explican, las imágenes de Jesús y de María en las que combaten la agonía y la esperanza, las representaciones de los nazarenos desfilando… Hasta el dulzón aroma del incienso ha vuelto a hacer acto de presencia, para amalgamarse con el azahar de los naranjos del patio.





No somos una excepción. Toda Andalucía es, en estos días, un teatro febril que se prepara para la más grande de las representaciones. Un drama que se prolongará durante siete días y siete noches. El relato de los última semana del Dios que quiso vivir y morir como verdadero hombre encuentra en esta Tierra de María Santísima –acertado epíteto que debemos al ecijano Benito Más y Prats- el más cumplido de los escenarios. En ninguna otra parte los artífices se esforzaron tanto en plasmar lo real, en hermosear lo efímero, en acercar lo divino a lo humano.



Nuestra reseña sobre la Semana Santa concluye siempre con un inspirado poema. En esta ocasión hemos recurrido a José Bergamín Gutiérrez. En 1937, durante su estadía en París dedicó tres composiciones a Jesús en la Cruz. Extrañamente, estas poesía son contemporáneas del Guernica y del Congreso de los Escritores comprometidos con la República. No se extrañen. Jesús de Nazaret fue invocado en las dos Españas y aquel 1937, perdidas las esperanzas, tenía ya mucho de viernes santo.

Bergamín escribe tres sonetos que los dedica a Cristo Crucificado ante el Mar. El Gólgota nos parece muy alejado del bramido del océano y del estruendo del oleaje, pero en la piedad, sincera, de Bergamín quedó prendida un verso de Don Miguel de Unamuno: Solo, a lo lejos el piadoso mar.

Como queda dicho, fueron tres los sonetos que Bergamín escribió. Reproducimos el primero de ellos.





No te entiendo, Señor, cuando te miro
frente al mar, ante el mar crucificado.
Solos el mar y tú. Tú en cruz anclado,
dando a la mar el último suspiro.
No sé si entiendo lo que más admiro:
que cante el mar estando Dios callado;
que brote el agua, muda, a su costado,
tras el morir, de herida sin respiro.
O el mar o tú me engañan, al mirarte
entre dos soledades, a la espera
de un mar de sed, que es sed de mar perdido.
¿Me engañas tú o el mar, al contemplarte
ancla celeste en tierra marinera,
mortal memoria ante inmortal olvido.

    Acompañamos estos versos con una perturbador óleo del austriaco Ern Stohr. Se exhibe en el Belvedere de Viena. Se titula Sehet, Jesu hat die Hand (Mira, Jesús extiende su mano), título de un aria de la pasión según san Mateo de Johann Sebastian Bach. La fecha de composición del cuadro no puede pasarse por alto: 1914.

lunes, 7 de abril de 2025

Novedades de nuestra biblioteca: «La Venganza viste de Prada» de Lauren Weisberger

 



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    ello                       

Autora: Lauren Weisberger
Título: La Venganza viste de Prada (Revenge wears Prada)
Chick lit, Humor, Ficción Urbana
Editorial: Planeta
428 páginas   
  

Precisemos que se trata de una novedad… para nuestra biblioteca, pues el libro lleva ya doce años rodando por el mundo y, de hecho, el ejemplar ha sido adquirido en el mercado de ejemplares de segunda mano.

La autora, La norteamericana Lauren Weisberger, se hizo famosa con su primera novela, El Diablo Viste de Prada, escrita en el 2003.  La obra permaneció en el podio de las más leídas durante meses y recibió buenas críticas. Se las mereció pues es una obra desenfadada, bien estructurada y muy divertida. Tres años más tarde, en el 2006, el relato fue convertido en película. El film, aunque presenta algunas diferencias con la obra de Weisberger, resultó ser tan entretenido como la novela. Hasta tal punto, que reactivó sus ventas o más bien las catapultó. La novela se hizo mundialmente famosa, siendo traducida a 31 idiomas, en muchos casos, por no decir todos, como rebote de la película. La edición española se data, precisamente en el 2006. Nuestra biblioteca atesora un ejemplar de aquel año, editado por el Círculo de Lectores. No obstante, la traducción se fecha en 2004 (a cargo de Matuca Fernández de Villavicencio), por lo que alguien, antes del filme, ya pensó en el éxito de la obra entre los lectores de habla hispana.

La siguiente obra de Weisberger se esperó con verdadera expectación y la autora recibió un anticipo millonario (contrariando a los hábitos de las editoriales norteamericanas). No obstante, este libro (Como ser lo más de Nueva York) no alcanzó, ni de lejos, esas cifras de vértigo. Tampoco captó el interés de ningún cineasta. La siguiente novela tampoco remontó y la cascada de traducciones se detuvo. La crítica aprovechó esta coyuntura para cebarse de forma totalmente injustificada, pues estas novelas no pueden considerarse fracasos -lo cierto es que se vendieron bastante bien- y, además, un escritor no está obligado a presentar bestsellers uno tras otro. Y mucho menos en publicar pensando en las carteleras. Pero estas sanas verdades se obviaron y las malas lenguas señalaron que, tal vez, la escritora debiera volver a trabajar en el mundo de las revistas de moda y así volver a encontrar la inspiración.

Weisberger no volvió a la redacción del Vogue, pero sí retomó al personaje de Andrea Sachs y el elenco del ficticio Runway. Desconocemos por qué tomó esta decisión. Tal vez pensara que la novela se vendería mucho mejor que las dos anteriores (y en eso acertó) o tal vez admitiera que, escribiera lo que escribiera, siempre por siempre, sería la autora de El Diablo viste de Prada (ahí también dio en el blanco).

La sinopsis que presenta la editorial de esta nueva obra, La Venganza viste de Prada es la siguiente:

Ha pasado casi una década desde que Andy Sachs dejó el trabajo «por el que un millón de chicas matarían», como ayudante de Miranda Priestly en la revista Runway, un sueño que resultó ser una pesadilla.

La vida de Andy ha mejorado mucho: ha montado su propia revista, que se ha convertido en un referente, y ha conocido al amor de su vida, Max Harrison, con el que está a punto de casarse. Pero el karma le juega una mala pasada y no deja que Andy se libere completamente del pasado. Pronto se da cuenta de que nada es lo que parece, ni su novio, ni su socia ni su propia carrera, y de que sus esfuerzos por construir una nueva vida la llevan de nuevo al infierno del que escapó diez años atrás. 

  Pasemos ahora a nuestro parecer sobre La Venganza.

  En primer lugar, se advierte que la autora se ha tomado su trabajo para redactar este relato, pues podía haber recurrido a un ghost writter o haber realizado un refrito de la primera obra, pensando, además, que ese producto es lo que demandaba la mayor parte de los lectores. Estamos hablando, pues, de un libro concebido con tiempo, bien estructurado y escrito con cierto cuidado.  Esta novela se lee bien, es entretenida, sirve para conocer la vida de los neoyorkinos de clases alta, o más bien para completar lo que ya conocemos por las series de televisión. Las madres primerizas y / o las casadas que inician su vida matrimonial se sentirán, sin duda, reflejadas en este relato. A no dudar son retazos de la vida de la autora, bien que su vida como madre y esposa ha sido más afortunada que la de Andrea Sachs.

Aquí concluyen sus méritos. Sobre sus desaciertos, la obra cumple a la perfección el dicho de que “nunca segundas partes fueran buenas”.

Antes de iniciar el cahiers de doléances, señalemos que las secuelas son empresas en la que el éxito rara vez acompaña (aunque el autor o autora suelen sanear su cuenta bancaria y tal vez ese sea el objetivo). Para empezar, y como otras muchas novelas, El Diablo viste de Prada concluye con un final previsible y cierra todas las tramas del relato. En segundo lugar, los seguidores constituyen un público muy susceptible y muy difícil de contentar. En tercer lugar, ningún escritor puede redactar una continuación que prosiga lo relatado anteriormente y que, además, armonice con lo que ha escrito y, a la vez, con el guion cinematográfico del mismo. En la saga de Odisea del Espacio, Arthur C. Clarke lo tuvo claro: ante cualquier discrepancia, es la película la que lleva la voz cantante.

¿Existe continuidad entre el Diablo (la novela) y la Venganza?  Pues no. Al final de la primera novela, Andrea (más conocida como Andy) la dejamos bien acogida por su familia y acompañada por su amiga Lily. Ha abandonado el mundo de la moda y sus pompas y se dedica a escribir pequeños artículos y parece que su vida va encarrilarse por las vías del trabajo creativo y del bajo presupuesto. Eso sí, su “arrepentimiento” ha sido tardío e inútil, pues su novio de la toda vida, Alex, no está dispuesto a retomar la relación, por mucho que Andrea lamente su entrega a Miranda Priestly.

En la (pretendida) continuación, la autora va incluyendo reflexiones de la protagonista que permiten enlazar con la obra anterior, pero que también sirven para que se lea como una obra independiente. Pues bien, según estos recuerdos, los padres de Andy se divorcian, su amiga Lily se marcha al otro extremo del país (otorgándonos la razón a los que pensábamos que ese personaje era un peso muerto y que hicieron bien en prescindir de ella en el filme) y la protagonista se queda sola y desamparada. No sabemos para qué se tomó el trabajo de trazar un entorno seguro, que ocupa todo un capítulo, en la primera parte, para tirarlo por la borda en la segunda en un par de párrafos.

Como algunos lectores señalan, este desescombro relativiza la primera novela, que se dice pronto. Andrea solo tenía que aguantar una semana más en Paris y todo el esfuerzo de un año en Runway valdría la pena, pero lo aventó por la borda por estar con su familia, amigos y novio… ¡oh sorpresa! ni amigos, ni familia ni novio se quedaron junto a ella, horrible decepción ¿de que sirvió entonces tanto sacrificio?

Pero aquí hemos venido a defenestrar el segundo libro. Contra todo pronóstico, Andrea pertenece ahora a esa clase alta que tanto parecía detestar. La novela se inicia con su boda con Max Harrison, un acaudalado CEO perteneciente a esa aristocracia norteamericana que logra mantener los activos bancarios durante varias generaciones (aunque los Harrison de la novela han bordeado la bancarrota). En otro sorprendente giro de los acontecimientos, Andrea es co-editora de una revista de papel couché consagrada a los bodorrios de los famosos. La revista se llama The Plunge (Algo así como “La Zambullida” aludiendo a la expresión anglosajona Take the plunge, que se emplea cuando los novios deciden casarse). O sea, que en la primera novela abandona el mundo de las revistas de moda y de su jefa Miranda Priestly y en la segunda se gana la vida como copia de menor formato de todo lo que tanto odiaba (y empleando a escondidas la agenda de su inefable ex jefa).

Ya hemos señalado que la protagonista es co-editora o co-propietaria de la revista. La otra directiva es Emily Charlton, antigua compañera de fatigas en el dichoso despacho de Runway. Si en la primera novela. Andy se lamenta una y otra vez del poco caso que le hace la primera ayudante de Miranda, en la segunda son amigas del alma. Vivir para leer. Una precisión: en la primera novela nunca se indica el apellido de Emily. En la continuación, la autora no se lo inventa, lo coge prestado de la adaptación fílmica.

Lo más inverosímil de todo esto, según la crítica, es la creación de The Plunge, en una década en los que la prensa escrita y las revistas ilustradas se han venido literalmente abajo. No parece creíble que en la primera (o en la segunda) década del siglo XXI en Nueva York saques adelante una revista nueva, de tema frívolo y encima tenga éxito. Puesto que Weisberger vive en la ciudad de los rascacielos y conoce al dedillo el mundo editorial, nadie sabe cómo ha podido ignorar todo esto. Por poco mundo que uno tenga, habrá contemplado en su barrio el cierre y desaparición de kioskos y tiendas de prensa. Perdida (Gone Girl) de Lilian Gish (otro éxito literario con adaptación fílmica) menciona ese colapso de los redactores de magazines neoyorkinos. Y no se molesta en explicarlo, lo da como algo conocido por todos.  Pues Weisberger ha pasado de todo esto, como si la desgracia de muchos de sus compañeros de redacción no le importara.

Miranda Priestly, que ha ascendido en su editorial (otro parecido incómodo con Anne Wintour) pone el punto de mira en The Plunge. Con el apoyo de otros directivos de la empresa planea adquirirla, pagando eso sí, una generosa cifra a las propietarias de la revista. Al final logrará apoderarse de ella y despedir a toda la plantilla, incluida a una cándida Emily Charlton. No manda por la borda a Andrea, pues ella, que temblaba como una hoja sólo al oír el nombre de su ex jefa o futura nueva jefa, ya se había bajado del carro ante de la OPA friendly. Eso sí, la puja se lleva por delante su amistad con Emily y su matrimonio, vamos su vida entera.

En un nuevo salto mortal la obra acaba… no como empezó, que ya sería raro, sino como concluyó la primera, que es demencial: con Andy escribiendo artículos de poca monta y luchando por hacerse un nombre en el circuito literario neoyorquino (sigue sin mencionar que ese mercado está de capa caída). Alex, que viene de otra relación rota, parece el destinado a ocupar, de nuevo, su corazoncito. Eso sí, la protagonista tiene una hija de corta edad de Max y una suma de siete ceros en su cuenta bancaria. Pero que estos detalles no coarten ni corten una bonita historia de amor.

En suma, la novela no cuenta nada o no cuenta nada relevante, un paréntesis, o más bien un meandro en la vida de Andrea Sachs (o Andrea Harrison como ahora la conoce todo el mundo). Su futuro sentimental es otro desacierto, pues Alexander Fineman es de, lejos, el personaje más odiado por todos los seguidores de la saga. Esta figura  también ha sufrido una inusitada metamorfosis: de entregado maestro de primaria en institutos conflictivos (en la primera novela) es ahora profesor de una de las más caras y elitistas escuelas del país. Igual es que como Lauren Weisberger subió como la espuma, imagina que los demás podemos progresar en nuestras profesiones como cohetes de feria.

  El final ha decepcionado a todos los que le esperaban una continuación del primer y fulgurante relato, pero este desenlace es la conclusión lógica de una cadena de desaciertos. Además, los errores de Weisberger no se limitan a las incongruencias de la trama y al desdibujamiento de los personajes. Repasemos estas pifias, indignas de una autora consagrada.

  El título es engañoso. Promete la reaparición de Miranda y un enfrentamiento (épico) entre ella y Andrea, pero este combate nunca llega, o, mejor dicho, cuando va a llegar, la protagonista prefiere retirarse de la circulación. Se relatan cuatro o cinco encuentros o desencuentros entre Miranda, Andrea y Emily y eso es todo. Puesto que la tiránica jefa afirma no acordarse de ellas cuando fueron sus ayudantes (o ayudantas) y estas tampoco planean ninguna revancha, el título y el subtítulo quedan a la altura de un titular del Pronto. ¿Venganza? ¿cuál venganza? ¿regreso del Diablo? ¿qué regreso?

   El comienzo es otra decepción. El relato de un sueño que es de todo menos un sueño, una vuelta engañosa al universo de la primera novela que no convence a nadie. Eso sí, revela el carácter de Andrea que permanecerá inalterable a lo largo de todo el relato (contraviniendo la preceptiva literaria). La chica indomable y voluntariosa de la primera parte es ahora un ser irresoluto, con una obsesión por Miranda Priestly de las de hacerse ver por un especialista. A ver, que ya han pasado diez años y que todos hemos tenidos jefes (y jefas insoportables).

 Un último desengaño: La narración cambia de primera persona (contada por Andrea) a tercera persona lo que hace que en el libro se vuelva distante y más aburrida. Puesto que la autora sigue centrada en las peripecias y en los procesos mentales de la señora Sachs-Harrison, no entendemos las razones del cambio. Otro error de principiante. Otra decisión precipitada. Otro escalón que contribuye a quemar a la protagonista, a convertirla en un ser antipático.

 No sabemos como habrá reaccionado Weisberger ante este varapalo de la crítica. Una vez más, añadimos que, si bien no habrá vuelto a las cimas del éxito, su cuenta bancaria no habrá dejado de engordar. Lo cierto es que en el 2018 siguió con la saga publicando una nueva obra, centrada esta vez en Emily Charlton. Se titula When Life Gives You Lululemons. No está traducido al castellano, ni creo que se vierta nunca a la lengua de Cervantes.

Por su parte, los productores de la película piensan en realizar una segunda parte, contando con la colaboración de Meryl Streep (Miranda), Emily Blunt (Emily Charlton) y Stanley Tucci (Nigel). A Anne Hathaway (Andrea Sachs) ni está ni se le espera. Evidentemente, la obra que reseñamos no será tomada como modelo a no ser como mal ejemplo. De hecho, no se cuenta para nada con Lauren Weisberger (que una vez más dulcificará sus fracasos con otro sustancioso engorde bancario). La trama, según nos ha sido anticipada, parece dirigida contra la autora: Miranda tendrá que abandonar su insolencia y buscar ayuda ante el bajón de ventas de la revista.